jueves, 9 de agosto de 2012

Dia 2. En ruta a San Pedro de Atacama. Fiesta clandestina en el desierto.

03.08.2012

Conforme vamos alejándonos de Antofagasta en el coche de Gonzalo y vamos adentrándonos en el desierto mi corazón se empieza a acelerar al pensar que tenemos que arreglárnoslas para llegar a San Pedro y son las tres de la tarde, anochece a las seis, y estamos en el desierto más árido del mundo y sin poblaciones cercanas.
Hacer auto-stop es algo que siempre he querido a hacer pero nunca había hecho. Hoy será mi primer día y la sensación es increíble. Al despedirme de Gonza lo hacemos con  un nudo en la garganta ya que hemos hecho bastante amistad estos meses viviendo juntos en Santiago.
Al empezar a andar me doy cuenta que voy muy cargado y espero que alguién nos recoja rápido, porque además queremos llegar a San Pedro por la noche para la fiesta.
Roberto es el primer conductor que nos para, grandote, moreno de tez y calvo nos dice que nos puede llevar hasta Baquedano, no es mucho pero mejor eso que nada. Roberto es ex-conductor de TUR BUS una de las compañías de buses del país, pero se montó una empresa de transporte para trabajadores de las minas. Tiene mujer, hijos y hasta nietos.
Al llegar a Baquedano, un poblado de una calle con ajetreo de camiones mineros se despide de nosotros. Aquí es donde volvemos a hacer auto-stop. No pasan ni diez minutos y Javier nos recoge en su pick-up de una empresa minera para llevarnos a Calama. Javier es laboratorista del suelo (es decir estudia el suelo para hacer los caminos que llevan a las minas). Tiene 26 años es de Concepción y tiene "polola" (novia) y un hijo de 7 años, en el fondo nos envidia cuando le contamos nuestro plan de cruzar Latinoamerica con poco más que una mochila y un puñado de ilusión.
El desierto se extiende delante de nosotros, infinito, sólo una línea recta de asfalto rompe con la monotonía del paisaje, monotonía enigmática eso sí, sobretodo cuando el sol comienza a bajar. Llegando a Calama se dibujan en el horizonte volcanes enormes con sus cumbres nevadas y ciertamente es una vista que impresiona.
En Calama decidimos por la hora coger el bus a San Pedro, 1hora de camino y ya estamos en el pueblito hippie.
Instalamos nuestra tienda de campaña en el camping Los Perales, donde Ricardo muy hábil regatea el precio dejándolo en 3000pesos la noche (unos 4.5e).
Cenamos y abrimos la botella de tequila que nos regaló Gonzalo el mexicano, no el de Antofa. Hace una noche clara con estrellas y una gran luna que lo ilumina todo. Nos enteramos de una fiesta clandestina en un casa en medio del desierto, parece que va a ir todo el mundo. Para llegar nos subimos a la parte de atrás de una camioneta con otros ocho chicos, franceses y chilenos. La camioneta avanza en la noche por caminos del desierto, los volcanes se ven a mano izquierda enormes, con su nieve resaltando en lo alto, realmente me doy cuenta de lo afortunado que soy.
La fiesta es en una mezcla entre una casa de adobe y una cabaña. Ricardo y yo decidimos probar suerte y hacer un comando a lo 007 para entrar gratis, lo conseguimos. En el interior un patio con una hoguera y la gente alrededor charlando, bebiendo y comiendo marsmellows. Hay un dj amenizando la noche. Hablamos con un marino y su novia, y acabamos la noche con unas chicas chilenas muy simpáticas, que acaban llamándome Ricky Martín por culpa de Ricardo, pero...ya se la devolveré.

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